• El caos sensible

    Para el catálogo de la muestra El caos sensible

    Floki Gauvry se ubica dentro de un grupo de artistas donde nos resulta difícil distinguir los límites entre su producción en la vida cotidiana y su producción en el arte, siempre que aceptemos que dicho límite existe. Observar la forma en que maneja sus obras o como se mueve entre ellas, nos habla de una persona que ha encontrado un sutil equilibrio entre lo que piensa y lo que hace, dueña de una armonía que se manifiesta en una búsqueda permanente a lo largo de varias décadas de trabajo introspectivo.

    La serie El caos sensible no es fruto de la inspiración genial ni del arrebato creativo sino que son cientos de grabados los que fueron necesarios para que hoy día esta serie compuesta de monocopias, imágenes digitales, un libro de artista de calidad exquisita y hasta un pedestal luminoso con acrílico fluo, integraran un todo donde las partes son claramente independientes y aun así todas remitan a una idea central. Y lo central, lo protagónico que organiza ese caos primigenio, es el agua.

    Desde lo formal, estamos frente a un trabajo de factura artesanal, cuidado al detalle y portador de toda la vitalidad que encierra ser un ejemplar único e irrepetible aun cuando el medio elegido, el grabado, sea la técnica reproductible por excelencia desde hace siglos. Floki ha elegido trabajar con el grabado pero introduciendo un giro que no permite que sus obras sean plausibles de seguir el destino de, por ejemplo, los grabados litográficos.

    Asimismo el tema, la idea detrás de las obras de la artista, es nutrida a partir de un conjunto de experiencias que parecieran desarrollarse en el tiempo; hay fuentes que alimentan su trabajo en forma recurrente: la naturaleza, el vínculo arte-vida, la regularidad geométrica y matemática combinada con el factor azar, la presencia de lo cíclico en el tiempo y el espacio. El fluir vital rige cada composición.

    Cuando uno se detiene frente a sus grabado, cuando uno conoce estas obras, advierte que ese caos que la artista describe, parece estar paradójicamente contenido bajo un efecto cosmético el cual desempeña un doble juego: por un lado potencia su brillo como si estuviera ejerciendo una presión desde el germen y a punto de explotar y, por el otro, es esa misma tensión la que se descubre protegida por las formas curvas pregnantes y sólidas que parecieran trasmitirnos una suerte de tranquilidad y estabilidad propio de aquello que respira plácidamente.

    La obra de Floki Gauvry en general y El caos sensible en particular, nos informa sobre la supremacía de la vida por sobre todas las cosas; su producción se fue gestando en una dialéctica donde todo gira una y otra vez retroalimentándose y volviendo a surgir con mayor ímpetu. La obra nace de una semilla gestada en un cálido útero y, a su debido tiempo, puja por salir a la luz pero conteniendo toda su irracionalidad en las formas sensibles que adopta, tan cercanas y familiares para quien las observa. Entonces, nos sentimos tentados a contemplarlas por largos períodos y nos seduce su invitación a descubrir múltiples significados acorde a la perspectiva que asumamos.

    Floki ha elegido en esta oportunidad al agua como campo de acción y experimentación; ha observado el movimiento del río -el río a orillas del cual vive- y captado su esencia esta vez no solamente en sus grabados sino a través de la fotografía. Sin embargo, logró someter la factura hiperealista de una "instantánea" a la técnica del grabado, obteniendo así impresiones que lejos están de ser una postal o el registro de una experiencia plasmada en papel sensible. En sus fotografías se descubre la trama, el grano, pero no de la película sino de la impresión.

    Combinaciones que nos hablan de un espíritu que busca renovarse y conservarse al mismo tiempo; nuevas formas de expresar su profundo vínculo con lo vital y las posibilidades que ello brinda. Una obra que mediante el elemento acuoso busca manifestar su potencial y su mensaje como antes lo hicieran series relativas a los mandalas o las figuras cuánticas. Es ahora un elemento, el elemento más vinculado junto con el aire, a la posibilidad de generar, tener o quitar vida, el encargado de llevar adelante una nueva búsqueda.

    La artista nos presenta una serie de alto valor estético y delicada factura, que una vez más nos desafía a penetrar en sus misteriosas apariencias que parecieran navegar entre lo figurativo y lo abstracto. Y más allá de lo que cada uno pueda encontrar en ese camino o las lecturas que pueda hacer, sin duda la experiencia será gratificante por igual, porque nada es más placentero que participar de un viaje por las turbulentas y sublimes aguas de la vida.

    María Carolina Baulo | Febrero 2009

  • El origen de la vida

    Para el catálogo de la muestra La germinación

    Floki Gauvry trabaja sobre la idea de los fundamentos biológicos. La ciencia, la filosofía, la religión, el arte, revelan un espíritu convergente. Arthur Eddington emplea la frase 'La flecha del tiempo.' ¿Hacia dónde se dirige esa flecha? ¿Qué explica su origen? ¿Un Big-Bang de quince millones de años o una divinidad que sería el arquero y el blanco? En estos cuestionamientos Gauvry analiza en las imágenes, el origen de la vida.

    El biomorfismo se traduce en la visión germinal. La semilla representa el núcleo vital. Lo femenino y su potencialidad de germinación y crecimiento. Amarillos, magentas, azules y negros, policromizan estas visiones. La metamorfosis y el cromatismo muestran una dimensión imaginaria en permanente transformación.

    Rosa Faccaro | Buenos Aires, julio de 1992

  • El Paisaje terrenal

    Para el catálogo de la muestra La Germinación

    En cada una de sus obras, Floki Gauvry construye un mundo imaginario que se nutre de la naturaleza pero que su fantasía modifica hasta el límite de lo abstracto. Reelabora una visión cotidiana, creadora de imágenes vitales y poéticas al mismo tiempo. La unidad entre su propuesta energética y el dominio del lenguaje plástico y artesanal, visible en sus creaciones, es el factor utilizado para alimentar su capacidad expresiva a partir de los latidos de su universo interior y del profundo amor que genera. "La fantasía abandonada de la razón, produce monstruos imposibles; unida a ella, es madre de las bellezas y origen de las maravillas." Recuerdo esta frase, que no me pertenece, para sintetizar lo dicho anteriormente.

    En la monocopia son posibles los hallazgos, los encuentros, como decía el genial Picasso. Pero ellos, en el caso de Floki Gauvry, semejan el sonido de la sabia experiencia y la profundización de este conocimiento moderno - la monocopia - con el cual se ha identificado desde el principio, en un diálogo fértil de dar y recibir.

    Este permanente intento de descubrir lugares inéditos, fantasías plenas de contenido místico, espacios cósmicos llenos de misterio, como también la observación de su entorno, el paisaje terrenal, raíces y árboles de troncos profundamente oscuros, generadores de gritos inaudibles y visiones que apuntan al espacio infinito como intentando volar, delatan una sensibilidad y una personalidad muy particular de sólida capacidad creadora.

    Por fin, repetiré que la artesanía es más profunda en el conocimiento. Nos permite dominar el lenguaje y manejar con sabiduría los medios con los cuales nos expresamos. Es lo opuesto al oficio. Con buen oficio se logran cosas bonitas; la síntesis de la artesanía y el conocimiento es lo bello.

    Bernardo Di Vruno | Buenos Aires, agosto de 1993

  • La poética de la impermanencia y el vaivén

    Presentacion del libro 'DESTELLOS'

    El río de mi aldea no hace pensar en nada. Quién está junto a él sólo está junto a él.
    Fernando Pessoa

    Para la industria mediática contemporánea como para la antigua iconolatría, cada imagen vale mil palabras, quizá porque resulta más fácil mirar que decir. La repetición obsesiva de las imágenes fijas y móviles engendradas y perfeccionadas día a día por la electrónica, no poseen ningún secreto ni ofrecen ninguna resistencia. En nuestras llamadas sociedades del espectáculo integrado y sin fin, ellas son la consecuencia de la percepción distraida del mundo. Pero sabemos que no basta ver para sentir y comprender. Al contrario, vemos poco y nada porque miramos demasiado, entendemos poco y nada porque miramos demasiado rápido.

    Desde hace veinte años Floki Gauvry realiza monocopias. Son híbiridos que no pertenecen del todo a la tradición del grabado ni tampoco están próximos a la tradición de la pintura: se ubican a medio camino entre ambos. A partir del entintado del soporte dan por resultado un ejemplar único. La monocopia es un procedimiento técnico-expresivo que para afirmar su presencia, identidad y valor elude la multiplicidad. Con y desde este procedimiento, la artista crea su propio territorio autónomo.

    En 1936 Walter Benjamin publicó sus célebre ensayo denominado El arte en la época de su reproductibilidad técnica, en donde desarrolla su idea de la desaparición del "aura", o sea del halo de originalidad, unicidad y autenticidad de las obras como consecuencia de su reproducción. El filósofo analiza con anticipación los efectos de la manipulación de los medios de difusión en la sociedad de masas. Hoy, nadie puede dudar que en nuestra civilización de la imagen, el pensamiento de la tecnología guiada por la economía es el que domina, y que el mundo trepidante de la actualidad mediática y su espectáculo, es una de sus consecuencias visibles.

    En este contexto general, las monocopias de Floki Gauvry se desvían de las normas establecidas. Su elección peculiar tiene raices profundas que se extienden más allá de la maestría que la artista exhibe en la ejecución de sus obras. Ella pone toda su atención e intención en la transferencia de sus imágenes de un soporte a otro, en el pasaje del negativo del soporte al positivo del papel o la tela. De esta manera sus obras acentúan y revelan diferentes tránsitos: de la idea al signo icónico y de éste al símbolo; de la palabra poética a la re-presentación y viceversa, de la realidad a la ficción y viceversa.

    En el tránsito de una cosa a la otra lo que está en juego es la impermanencia. En su proceso creativo, la artista investiga, experimenta y produce series, o sea que permanece un determinado tiempo dentro de una problemática visual. Su relación con las ideas, materiales y formas no es algo estático ni acabado de una vez para siempre, sino una reconstrucción e interacción continua. Su intención y su mirada fundan su obra y ésta transforma su intención y su mirada. Expone una serie de monocopias y luego inaugura otra serie, y en todas y cada una se destaca el tránsito (el vaivén) entre dos experiencias: la existencial y la estética. Lo que está en juego en las obras de la artista es el tránsito y el cambio, el viaje y la impermanencia.

    Las obras de Floki Gauvry crean una situación de convivencia, complicidad y silencio entre quienes las contemplamos, que es a la vez una situación de excepción: transitoria, incierta e imprevisible. Sus obras exigen lentitud y ofrecen resistencia. Es como si cada obra ocultara un secreto que la artista ya no posee porque lo transfirió a ella. Unicamente si nos dejamos llevar por la contemplación, podemos descubrir algo lejano que nos resulte íntimo o algo ajeno que podemos habitar. Para poder ver sus obras (para que aparezcan ante la experiencia sensible de la mirada) no sólo debemos aproximarnos, sino también interrogarlas y pensar algo a propósito de ellas, de otra manera permanecen invisibles. Son obras que no oponen la apariencia a la profundidad, porque en ellas la apariencia es el fondo que flota en la superficie.

    Horacio Zabala | Verano de 2006

  • 'Plus' de gozo

    Para la muestra crop circles – (mensajes del cielo)

    Transitamos un clima de marcada heterogeneidad y de continuo cuestionamiento del propio acto creativo. La nuestra, es, ante todo, una escena plural, con una gran amplitud y atomización de los referentes, sean artísticos o extra-artísticos. A ellos, acude, sin cesar, el artista contemporáneo para resignificarlos y connotarlos de manera diferencial.

    Hay algo que quizá pueda reconocerse como síntoma estético epocal y es la renuncia a toda utopía totalizadora, en favor de una asunción de la polisemia, de una necesidad de retornar al contacto directo y sin mediaciones con el artefacto-obra, más allá de los lenguajes expresivos que se empleen para ello. En este proceso de gestación "a dos voces" entre la obra y su autor, la misma es utilizada como vehículo de redención.

    Surgirán así, en nuestro tiempo tardomoderno, mejor dicho, se redescubrirán mitologemas y simbologías de sabor ancestral, hermético y esotérico, como es el caso del mito de la Torre de Babel, del Laberinto, las configuraciones mandálicas, el predominio de una lógica visual que remite incesantemente al círculo como emblema de perfección, la estrella de cinco puntas, las espirales concéntricas y ascendentes. Todos estos elementos se hallan presentes en el vocabulario visual, densamente simbólico, que caracteriza la serie de "post-grabados" de Floki Gauvry. Y esto no sólo acontece en el plano puramente "gestáltico" sino, sobre todo, en la dimensión cognitiva, que involucra ideas y conceptos fundantes de sus obras aquí expuestas.

    En "mensajes del cielo - (crop circles)" el espectador se confronta con un universo alambicado de sustituciones, transposiciones de identidades que se mixturan y solapan sutilmente entre sí.

    Lo que nos fascina de las flotantes y etéricas composiciones de Gauvry es ese "plus" de gozo y fruición estética, residuo inagotable, no absorbido enteramente por la razón y el cálculo, que se niega a toda transparencia unívoca del sentido. Estas obras "aireadas", en "suspense", ponen el énfasis en el silencio, en la levedad de los límites sensoriales que "laten" bajo las superficies embriagantes y curvilíneas. Y reconocen para sí, en ese temblor de la geometría sensible, las marcas, las huellas y las trazas, un conjunto de imágenes que se ubican en el umbral de la diseminación. Delicadas como velos de gasa que amenazan disolverse ante nuestra mirada errabunda.

    La ligereza y la "souplesse" de este nuevo ciclo gráfico también hacen eje en una forma de tangilibilidad "otra", que excede el ámbito puramente perceptual, mezclando sabiamente rigor y sensualidad. Este filón estrechísimo entre lo conceptual, lo poético y lo trascendental, es el trampolín que nos permite acceder a un nuevo tipo de sublimidad estética.

    Claudia Laudanno | Rosario, octubre de 2005

    Los post-grabados de Gauvry revalorizan culturas ancestrales

    Desde el 17 de octubre al 3 de noviembre, en la Sala de Arte de la Alianza Francesa (San Luis 846) el público rosarino podrá apreciar la nueva serie de obras gráficas de Floki Gauvry, donde es evidente una interpretación estética y una resemantización de los códigos, mensajes y simbologías ancestrales como el círculo, los mandalas, las espirales concéntricas y las estrellas de cinco puntas, entre otros referentes visuales de primer orden.

    ¿Qué implicancias estéticas y expresivas reviste para usted el lenguaje del grabado contemporáneo?
    Primero, quisiera aclarar que me encanta la imagen gráfica y trabajar sobre papel. El grabado es ancestral: comienza con huellas en la piedra y, más adelante en el tiempo, se relaciona con la imprenta y la reproducción. Los materiales que aún se utilizan son muy similares: elementos para cavar, superficies donde marcar la imagen, rodillos, tintas, soportes para estampar, etc., aunque en la actualidad se deja de lado un aspecto que siempre caracterizó al grabado y es la multiplicidad. Teniendo a disposición tantos medios mecánicos de reproducción, ahora se revaloriza la obra única y se amplían las fronteras del grabado hacia la fotografía, el arte digital, el video y el objeto. El grabado contemporáneo ofrece una gran libertad de recursos estéticos y mucha riqueza expresiva. Aún así, es posible identificar la "imagen gráfica", que difiere de la pictórica, por ejemplo. Entonces, cuál es el lenguaje del grabado? La concentración de la imagen, el transferir de negativo a positivo, de un soporte a otro, la estampa, la marca, la huella.

    ¿Cuáles son las técnicas que usualmente emplea en su nueva serie de obras gráficas? ¿existen núcleos temáticos diferenciados en esta muestra?
    Desde hace 20 años empleo una técnica de grabado que se llama monocopia o monotipo, que permite obtener una sola imagen, porque no existe la matriz para multicopiado. El núcleo temático de mi obra es una indagación en las distintas manifestaciones de la energía vital. Los temas van surgiendo de una vivencia interior o de cierto interés en particular, que se convierten en imágenes, como el "hilo de Ariadna", que nos conduce al centro del laberinto. En el caso específico de esta muestra, el interés surgió al conocer los "crop circles" (en inglés, "círculos de la cosecha"), que son motivos geométricos complejos que aparecen en los campos sembrados ingleses. Estas formaciones tienen en común que están siempre dibujados en hueco, por el aplastamiento de la vegetación sobre la tierra, haciendo que las figuras geométricas se presenten como grabados.

    ¿Puede referirse a los aspectos semánticos presentes en la poética de la titulación, con estos "mensajes del cielo"?
    Mi interés por los "crop circles", es puramente estético y me siento atraída por esos mandalas naturales y por su estructura geométrica. La espiral, la serie de Fibonacci, el pentagrama o estrella de cinco puntas, la proporción aúrea y la vesica piscis, entre otras formas, tienen la capacidad de producir una resonancia armónica en el ser humano. Aunque no son un fenómeno reciente -hay testimonios que datan de 1678- estas formaciones adquirieron mayor interés a partir de 1990 con la aparición de diseños cada vez más espectaculares. Se calculan más de diez mil, desde 1976, siendo el origen completamente desconocido. Son mensajes del cielo y de una gran belleza.

    ¿Qué lugar asigna en sus trabajos a las formas mandálicas, a la inscripción de huellas y marcas, así como al protagonismo del círculo?
    Las formas mandálicas y el círculo aparecen de manera espontanea en toda mi obra. Carl Gustav Jung empleó la palabra "mandala", para designar la estructura que representa el átomo nuclear de la psique humana, en el micro y macro cosmos la energía se condensa en forma circular, el círculo es la forma primogénica que adopta el agua... Son formas que tienen la capacidad de ayudar a recuperar la armonía, su contemplación aporta paz interior y la sensación de que se ha vuelto a encontrar el significado y el orden de la vida. También tienen un propósito creador al dar expresión y forma a algo que aún no existe, que es nuevo y único. El proceso es una forma de espiral ascendente que, una y otra vez, vuelve al mismo punto de origen. Las formas mandálicas y los círculos aparecen en las rocas del período neolítico, antes de que se hubiera inventado la rueda, en los dibujos de los monjes tibetanos, los calendarios aztecas, los rosetones de las catedrales góticas, los halos de Cristo y de los santos cristianos. Para la pintura zen, el círculo representa la iluminación y la perfección humana. En la arquitectura, forman la planta de los edificios seculares y sagrados de casi todas las civilizaciones. Algunas ciudades medievales fueron fundadas sobre mandalas y rodeadas de murallas circulares. También los poetas los han utilizado para expresar la totalidad humana. El Paraíso, en la La Divina Comedia, se le revela a Dante como la visión definitiva de la armonía, que se extiende por el cielo, bajo la forma de una brillante rosa blanca. En la intimidad del taller surgen estos descubrimientos, a través de las imágenes y el trabajo constante. Lo peculiar del proceso creativo es que nos permite pasar de lo individual a lo colectivo, de lo singular a lo universal.

    Claudia Laudanno | Diario Página 12, Rosario, martes 11 de octubre de 2005

  • Un arte que cautiva

    Para el catálogo de la muestra Figuras Cuánticas

    Cuando mi estimada amiga Mónica, directora de la galería Atica, comenzó a desplegar ante mis ojos la serie de monocopias de Floki Gauvry, mi reacción que comenzó siendo tibia se fue haciendo cada vez más entusiasta a medida que me adentraba en el mundo de esta singular artista, hasta que me sentí completamente subyugado por su talento.

    No es sencillo explicar cómo es que se produce la simbiosis espiritual entre crítico y artista. En alguna oportunidad creo haberme referido a la captación, por parte del crítico, de una cierta tensión que la obra transmite y que está en proporción directa con el espíritu de aventura que refleja la misma, como algo opuesto a la mecanicidad, esto es, la repetición automática de una fórmula, que por mejor plasmada que esté, nos deja fríos, quizás por aquello de que el verdadero camino tao no está en el mapa, o, como alguien anotó refiriéndose al proceso vital: "¡Eureka, la fórmula no existe!"

    Un dominio técnico de rara maestría me hizo dudar de que todos los resultados hubiesen sido obtenidos a través de la monocopia, al punto de sentirme en la obligación de conversar con la artista para que me explicase cómo, a través de ese medio, podía lograr los colores plenos que obtenía. No hubiese sido pecado emplear una técnica mixta, pero siempre hay algo más de exigencia resuelta, cuando el artista logra su cometido manteniéndose dentro de lo que estrictamente su medio puede darle, en la medida de su capacidad para dominarlo y adentrarse en él. Este es el caso de Floki Gauvry, formada en nuestra Escuela de Bellas Artes, en el Ecole des Beaux Arts de Paris y luego perfeccionándose en los estudios del admirado Jesús Marcos y del maestro de dibujo y monocopia que es Bernardo Di Vruno.

    Importa destacar que esta responsable trayectoria cobra importancia a partir del indudable talento y de la originalidad (en el mejor sentido del término) de Floki Gauvry. Su mundo de resonancias informalistas, que plasman su hondo lirismo, se va enriqueciendo con planteos que incorporan una signología poderosa recortada en sus campos de color plenos. Indaga Floki y son su indagación y la sorpresa que imprime a sus hallazgos y que nos transmite, las que van penetrando nuestra propia sensibilidad, haciéndonos partícipes de este temperamento delicado y fuerte a un mismo tiempo.

    Me congratulo de presentarla en esta muestra y le doy la bienvenida como nuevo valor de la Escuela de Buenos Aires.

    Rafael Squirru | Buenos Aires, diciembre de 1989.